Conocemos a las personas... con frecuencia nos enamoramos. Este contacto con la gente hace que las conozcamos mejor, sepamos sobre ellas y demás pero, llega el momento de la separación y seguimos encontrándonos a mas personas en nuestro camino.
Como en una máquina de paintball tras un contacto con ellas salimos rebotados en otra dirección, y de ese contacto nos quedan cicatrices, a veces para hacernos más fuertes, o más frágiles, más desconfiados, más vulnerables pero, siempre dejan huella.
Los amantes a pesar de habernos separado siempre están ahí en nuestro interior, como fantasmas, que se aparecen en un pasillo o habitación vacía, a veces para susurrarnos y otras para gritarnos pero no desaparecen nunca.