MADNESS IN MY MIND

MADNESS IN MY MIND
by Joseph Epitie

domingo, 4 de septiembre de 2011

Mi romance favorito

Es algo habitual y ocurre en todos los lugares del mundo. Chico conoce a chica, chico y chica se gustan, se enamoran y viven felices por X tiempo.  Todos hemos sentido alguna vez algo especial por alguna persona de nuestro entorno cercano, ese cariño especial, ese amor naciente. Es curioso este dato, las relaciones se dice que en verano son más frágiles y tienden a romperse pero a un tiempo se crean nuevas y multitudinarias durante la época estival. Quizás la cantidad de factores que influyen como el tiempo libre, el haberse preparado para la ocasión durante meses en el gimnasio para tener un cuerpo perfecto,  la playa, el sol, las múltiples fiestas, todo ello haga que conozcamos a mucha cantidad de gente y entre todas esas de repente surga esa chispa con alguien determinado y ¡zas! comienza una relación.
En verano, las relaciones las hay de muy diversos tipos, las que nacen y finalmente fraguan y se consolidad, los idilios, los simples líos de una noche, las relaciones esporádicas o los famosos “romances de verano”. De todos estos aquellos que su margen de duración es corto y se ciñe sencillamente al verano son algo peculiares debido a que o ambas personas no son del lugar de donde se conocen, una de las dos o las dos pueden ser del mismo lugar pero iniciar una relación a su vez.
Ahora todo el mundo lo ve de buen grado y es aceptado por todos hasta incluso es de celebrar.  En una época en donde prima y se valora el físico, se cuida la imagen y las voces del viento son el pan nuestro de cada día ante estos idilios veraniegos las respuestas o los comentarios generalizados son los típicos: “a disfrutar que son dos días”, “vive y aprovecha que estás a tiempo”, “a gozarlas, eso si, ¿con precaución eh?”.
Cuando tomamos la decisión de empezar una relación, sea del tipo que sea, esporádica o duradera, no sólo ponemos a disposición de la otra persona nuestro físico con abrazos, besos, caricias y demás, sino también nuestra mente, amor, cariño, ternura, pasión. Jugamos con nuestros cuerpos en una poesía infinita y exponemos nuestros sentimientos se entrelazan como rámas de los árboles pero ¿de qué manera?. Cada persona como dice el refrán, es un mundo, y cada persona tiene sus armas para todo y en el amor también se usan armas y cada uno como buenamente puede. En una relación que queremos que dure todo es mucho más llevadero porque los sentimientos afloran poco a poco, las cosas se llevan hacia una senda en la que no hay prisas como si de un río tranquilo se tratase, pero en una relación esporádica o los romances y líos de verano es a veces o en cierto modo una carrera a contrarreloj y a veces, no pocas veces nace esa duda: el qué hacer con nuestros sentimientos. Obviamente no podemos guardarlos en una caja de cartón para sacarlos del fondo del armario tras el verano junto al resto de abrigos y ropas de invierno, van con nosotros incorporados. El problema viene al iniciar estas relaciones, que uno no puede controlar lo que siente respecto a la otra persona, generalmente las dos personas aceptan desde un principio que aquello que inician no va a ir más allá del tiempo establecido pero cuando los susodichos sentimientos salen a flote, ¿Cómo evitar un repentino enamoramiento? En una época en donde se protege el cuerpo, se salvaguarda el propio “yo” y se tienen relaciones cada vez afortunadamente más seguras y somos más conscientes de los riesgos físicos que estas entrañan, por desgracia aún no tenemos en cuenta los riesgos psicológicos ni somos conscientes de ello. ¿Cómo protegernos del amor?, ¿Cómo defendernos ante un progresivo enamoramiento hacia otra persona?
Es cierto que el verano es una época para disfrutar de un merecido descanso después de un año lleno de trabajo, estudios y demás obligaciones rutinarias pero tampoco el período vacacional debe ser algo asi como “un suicidio sentimental” en que nos hagamos a nosotros mismos una llave de judo a nuestro corazón, juguemos con nuestros propios sentimientos y/o también con los ajenos porque daño pueden hacer igual una relación íntima insegura que un romance veraniego pasajero de un amor imposible.